"Como en casa en ningún sitio", las navidades... ¿Bien o en familia?
Martes 13 de enero de 2009, 10:52
Brad y Kate conforman una pareja de éxito, acostumbrada a vivir la vida y a pasarlo lo mejor posible. Sus planes se ven modificados durante unas Navidades, que pensaban disfrutarlas practicando submarinismo y experimentando masajes placenteros, viéndose forzados a visitar a los padres de ambos y a sus nuevas parejas.
¿Qué más se puede pedir? Esperábamos algo mucho menos cuando nos enfrentamos a una comedia protagonizada por Reese Whiterspoon, una de las novias de América, y Vince Vaughn, que ha conseguido asentarse como artista taquillero después de sus pasos insistentes por comedias desangeladas dirigidas a los jóvenes. Por si fuera poco, el reparto nos ofrecía otros alicientes, como los de Robert Duvall, Sissy Spacek o Mary Steenburgen. Mucho arroz para tan poco pollo a pesar de un planteamiento inicial bastante sugerente.
Los protagonistas, Brad y Kate viven la vida a tope. Por eso, cuando llegan las Navidades envían los regalos a sus respetivas familias y les dicen que se van de cooperantes a África, cuando en realidad se visten con camisa y bermudas para disfrutar del exotismo asiático. Una espesa niebla provoca la cancelación de todos los vuelos durante ese día y, como se coge antes a un mentiroso que a un cojo, aparecen muy a su pesar en las noticias, por lo que ya no tienen escapatoria: deben presentarse en casa de sus progenitores, pero los padres de cada uno están separados y disfrutan de una segunda oportunidad en el amor. Claro que, cada cual tiene sus defectos y sus manías, en los cuatro casos llevadas al límite.
Pasando de casa en casa, Brad y Kate descubren que hay muchas cosas que no conocen uno del otro a pesar de su fuerte enamoramiento, de los años de convivencia y de que parecen haberlo experimentado todo juntos. Podría decirse, siendo un poco extremistas que incluso desconocen sus verdaderos nombres. La idea es atractiva ya desde el arranque, cuando los protagonistas deben renunciar a su escapada para vivir la Navidad de acuerdo con la tradición, junto a la familia. Ocurre que muchas veces no es la solución más aconsejable. Por si fuera poco, el hecho de que su amor se fortalezca con los nuevos descubrimientos recíprocos también podría haber dado lugar a situación mucho menos grotescas y más imaginativas que las mostradas en Como en casa en ningún sitio.
Sobre el papel, la película lo tenía todo a favor para haber sido un éxito a cualquier nivel y para reivindicarnos con un género –la comedia- bastante desvirtuada últimamente. El resultado, pese a que supera con nota la media de las últimas producciones de este tipo, es para lamentarse de lo que podría haber sido y no fue. Con ese reparto, con esa historia, e incluso con un director que –aunque debutante en el largometraje- había sorprendido a la crítica con su primer trabajo tras las cámaras, el documental The King of Kong: A Fistfull of Quarters. La Navidad nos hace a todos un poco más benévolos, porque si el estreno de este film hubiese sido en verano tendríamos un especial rebote por una ocasión tan perdida.
Ninguno de los miembros del reparto aporta algo especial. Todos cumplen el trámite de un proyecto en el que parecen no creer, o que tal vez les venga demasiado pequeño, especialmente por los estereotipos creados desde el guión, que cercenaron de raíz un buen propósito.