Tessa es una adolescente a la que se le ha diagnosticado una leucemia linfoblástica aguda. Tras abandonar la quimioterapia, prepara una lista de deberes a cumplir antes de fallecer. El primero de la lista es el sexo. Un vecino parece colmar sus expectativas, pero se trata de un muchacho tímido que concentra sus esfuerzos en ayudar a su desvalida madre.
Partiendo de una novela escrita por Jenny Downham, tendente a la lágrima fácil, Ol Palmer –Rosas rojas- escribió un guion sin concesiones que ha llevado a la pantalla grande con aspecto de producción juvenil, en el que la selección musical ayuda a concretar una historia melodramática protagonizada por una adolescente durante sus últimos meses de vida debido a una enfermedad terminal. Una de las actrices de la saga Crespúsculo, la prometedora Dakota Fanning, auténtica estrella juvenil, es el epicentro de esta película, en la que demuestra sus posibilidades para proyectos más ambiciosos aunque, hasta el momento –el film es de 2012- no hayan llamado a su puerta.
Tessa Scott vive con su apocado padre –Paddy Considine-, quien desea estar el mayor tiempo posible al lado de su hija, a la que se le ha diagnosticado una leucemia linfoblástica aguda que no tiene solución. Con ellos habita su descarado y sincero hermano -¿Papá, cuando Tessa muera nos iremos por fin de vacaciones? También frecuenta a su madre –Olivia Williams- que muestra una postura muy diferente a la de su ex esposo. Es la primera en animar a la joven para que cumpla una imaginaria lista de deberes antes de fallecer. El primero es el sexo, luego probar alguna droga. Para el capítulo inicial, las alternativas que se le presentan a la protagonista, que ha desechado por inútil la quimioterapia, no resultan satisfactorias. Sin embargo, la aparición de un apuesto vecino, Adam –Jeremy Irvine-, que dedica su tiempo a cuidar a su madre enferma desde el fallecimiento de su padre le ofrece nuevas posibilidades para su empeño.
Esta historia, en manos de Isabel Coixet –Mi vida sin mí- hubiera viajado por otro tipo de sentimientos y de quehaceres pero, siguiendo la novela de Downham, la proyección discurre entre el melodrama dramático y una historia de adolescentes abocada a la tragedia. Las buenas interpretaciones del elenco femenino, principalmente las de Dakota Fanning y su amiga en la ficción, Zoey, a quien encarna Kaya Scodelario, una de las actrices más destacadas de Skins, cuya serie parece arrancada como un spin-off de este argumento, aunque profundice en los aspectos ilegales y en los políticamente incorrectos.
De todas maneras, esos puntos positivos no ocultan los muchos clichés que se encadenan en la película. Ol Palmer pone el énfasis de su dirección en la amargura contenida de Tessa y en su relación con los demás. Acierta de pleno en este último apartado, que sirve para engrandecer el film o, cuando menos, hacerlo soportable. La belleza de sus protagonistas y de lo que les rodea contrasta con la tristeza que emana de cada una de sus secuencias y de la mayoría de las frases de su guion, siempre tendentes a prepararnos hacia un final que asumimos desde los primeros compases de la cinta.