Un hombre maduro, otro más joven y una hermosa mujer. El conflicto, tan antiguo como el propio ser humano, está servido.
Galdós escribió esta obra en su retiro de Santander, en la quinta llamada precisamente San Quintín, entre abril y junio de 1893. No es por tanto casualidad que el escrito respire los aires cántabros de forma constante.
Más allá de este localismo, La de San Quintín destacada dentro del movimiento europeo de renovación teatral que compartieron otros sutores como Ibsen, Strindberg o Chéjov.
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