Archibaldo de la Cruz ha visto en su infancia morir a institutriz, alcanzada por una bala perdida, mientras él se escondía en el ropero de su madre. Ya adulto, la muerte de varias mujeres cercanas a él hacen que Archibaldo crea que es un asesino. Su único razonamiento es que él deseó todas esas muertes y que las mujeres terminaron siendo asesinadas. Interrogado por un juez, Archibaldo devela su vida y las razones por las que piensa que debe ser juzgado. Desde su particular punto de vista, él es el verdadero culpable de todos esos crímenes.
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