Sumidas en la oscuridad desde la Edad Media, las espectaculares ruinas del entonces deslumbrante reino sur africano del Gran Zimbabwe plantearon un complicado dilema a los colonizadores blancos que reclamaban haber "descubierto" la región cientos de años antes. Rechazando la creencia de que los impresionantes muros de piedra, tallados de forma elegante, podrían ser el producto de una cultura nativa, los "expertos" blancos ansiosos por reclamar la tierra para los europeos, atribuyeron la ciudad antigua a todo el mundo, desde los nómadas fenicios hasta la bíblica Reina de Saba. De esta forma, empezaron una larga e insidiosa tradición europea de malas interpretaciones intencionadas del pasado de África. Irónicamente, el lugar donde empezó la historia de la humanidad se convertiría en un lugar sin historia propia.
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